La vida nos ha sido dada, pero no nos ha sido dada hecha. Ortega y Gasset
Para muchos podría resultar complicado aceptar las palabras de Ortega y Gasset, no en lo que respecta a que la vida nos ha sido dada, sino a que la vida no nos ha sido dada hecha. Así, para esos muchos, lo que podría parecer lo mejor de la vida, la parte de poder elegir cómo vivirla, resulta la peor de todas. Elegir, como siempre le digo, no es para todos.
No es para todos aquellos que prefieren entender, asimilar y en muchos casos exigir que la vida dada sea la vida hecha. Y la realidad es que existe un infinito espacio de posibilidades entre lo dado y lo hecho, dar significa donar, entregar, ofrecer, conceder o proveer… hacer significa producir, fabricar, dar la forma, la norma y el trazo de lo que se debe tener, hacer es ejecutar, es llevar a cabo… hacer es finalmente dar el primer ser y estar a cualquier cosa, a cualquier idea, a cualquier deseo, emoción, razonamiento o pensamiento.
Lo dado no implica nada más allá de una pauta, lo hecho requiere de hacer una elección a partir o no de esa pauta. Y habrá quienes siempre elijan sólo la pauta y ellos, sólo harán lo que la pauta les exija, y habrán otros que no la elijan o eligiéndola elijan darle su propia forma.
Que la vida nos haya sido dada es sólo una pauta benevolente una primera oportunidad de experimentar la vida, algunos eligen sólo vivirla y otros, los menos, eligen aprovecharla y vivirla a su manera.
Por eso no, no es lo mismo lo dado, que hacer algo con aquello que se nos da. La vida no debería de empezar y terminar para nadie solamente con lo dado, con lo que se recibe de otros, con lo proveído, con lo otorgado y no debería porque perdería valor, quizá no el valor intrínseco de lo que se recibe, pero sí el valor dignificado por uno mismo. Recibir lo dado, para muchos, trae consigo un sinfín de desatinos a corto, mediano y largo plazo, ya que tal vez, pueda ser más confortable, pero sólo para aquellos que por alguna razón están convencidos que no existe nada mejor o bien que son incapaces de procurarse a sí mismos esa mejora.
Usted los ha visto y yo también, seres completamente aletargados, automatizados y complacientes, esos… los que nada esperan de la vida, porque para ellos la vida, no ofrece más experiencias que aquellas que otros, los que dan, elijan para ellos. Y viven, vaya si lo hacen, mimetizados en la imposición, de lo que otros les han hecho creer que son, o que no son, pero que así les corresponde. Es lo único para ellos, y no porque sea en realidad, sino porque ellos eligen que esa sea la única realidad posible.
Visto así… resulta mucho más complicado elegir, padecer la vida, cerrándose las posibilidades a uno mismo por desi-dia, miedo, necesidad, e incluso, fanatismo que hacer algo con y por ella. Y cada quien que elija lo que mejor sienta que le conviene para su bien, lo que sí puedo asegurarle es que siempre la mejor parte de la vida no es tenerla, sino lo que hace uno con ella… el ser que le da vida… el toque personal, el estilo, la forma, el talento, la creatividad y, finalmente, el sello que uno le imprime. La mejor parte de la vida no es lo que se nos da en ella sino lo que hacemos a partir de ella. Y todo se puede si así se elige, si así se quiere, si así se trabaja.
¡Felices elecciones, felices vidas!












