Ante campaña sucia, responde Alejandro Martínez Araiza

Alejandro Martínez Araiza defiende al SNAC.
Ante campaña sucia, responde Alejandro Martínez Araiza

El Sindicato Nacional Alimenticio y del Comercio (SNAC), dirigido por Alejandro Martínez Araiza, enfrenta una ofensiva mediática y legal que, de acuerdo con especialistas en relaciones laborales, trasciende lo meramente sindical y se inserta en un contexto más amplio de disputa por el rumbo del sindicalismo en México.

Han circulado acusaciones sobre presuntas irregularidades financieras en el manejo de cuotas, mismas que la organización rechazó con argumentos de transparencia: auditorías externas periódicas, reportes semestrales a las asambleas y entrega de información a la autoridad laboral.

El sindicato sostiene que los señalamientos responden a una estrategia política destinada a erosionar su credibilidad en momentos en que ha incrementado su presencia en empresas clave del sector alimenticio.

Más allá de las descalificaciones, la confrontación revela la pugna entre un modelo sindical emergente, con autonomía y legitimidad de base, y las estructuras tradicionales del corporativismo que durante décadas dominaron la vida laboral mexicana.

En este escenario, el SNAC ha desplazado a sindicatos históricamente ligados a prácticas clientelares, lo que ha detonado resistencias y narrativas de desprestigio.

Dimensión internacional y compromisos del T-MEC

El conflicto adquiere también relevancia en el plano internacional.

Funcionarios de la Secretaría del Trabajo advierten que un eventual retroceso hacia esquemas corporativos podría generar tensiones en la implementación de los compromisos laborales del T-MEC, donde la libertad sindical constituye un eje central.

En respuesta, el propio SNAC ha informado a autoridades estadounidenses sobre los ataques recibidos, en un intento por blindar los avances en materia de derechos colectivos y garantizar que el nuevo sindicalismo cuente con respaldo internacional.

Estrategia y resistencia política

Frente a este entorno adverso, la dirigencia encabezada por Alejandro Martínez Araiza ha optado por reforzar tanto su defensa legal como su comunicación interna, con el objetivo de mantener cohesionada a su base trabajadora.

El mensaje es claro, la legitimidad se construye con resultados tangibles para los afiliados y con una narrativa de resistencia ante los embates de quienes buscan perpetuar un modelo sindical que, aunque debilitado, conserva capacidad de presión.

En este sentido, el caso del SNAC ilustra la transición inacabada del sindicalismo mexicano: entre la inercia de viejas prácticas y el desafío de consolidar instituciones verdaderamente democráticas.

Más que un episodio aislado, la disputa refleja una batalla por el futuro de la representación laboral en un país que se ha comprometido, tanto en su legislación interna como en sus acuerdos internacionales, a romper con el legado del corporativismo sindical.

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