Un nuevo elemento discursivo apareció en el discurso oficial, hace unas cuantas semanas. De repente, se dejó de utilizar el año calendario para presumir logros reales o inventados; ahora, seguramente con la recomendación de algún nuevo gurú de la publicidad gubernamental pero sobre todo, por la carencia de resultados halagadores que mostrar, el año calendario se fue al cuarto de los tiliches y apareció, rozagante y prometedor: el trienio.
Hoy, todo parece ser medido bajo el nuevo periodo mágico, el trienio; si se trata de la Inversión Extrajera Directa, promovamos que el monto recibido, no durante el año calendario 2015 sino en el trienio —monto apantalla incautos—, fue de: ¡100 mil millones de dólares! ¿Quién será el aguafiestas que irá a la fuente y encontrará un dato curioso? De esos 100 mil millones, únicamente 38 mil son lo que se clasifica como Nuevas Inversiones; el resto, Reinversión de Utilidades y Cuentas entre Compañías.
¿Otro ejemplo de trienio exitoso? El PIB de estos tres años —2013 a 2015— ha sido, para decirlo suavemente, una verdadera tragedia. Los porcentajes alcanzados en cada uno de esos años, fueron los siguientes: 1.35, 2.25 y 2.55%, respectivamente. Por eso, si dijeren que apenas hemos logrado crecer 2.01% anual, se colocarían la soga al cuello pero, si dicen que el PIB creció 6.0% en el Trienio, la magia funciona. (¿En serio, funciona?).
Podríamos seguir con los ejemplos del trienio mágico y esconder cada año calendario y sus magros resultados pero, más temprano que tarde la chapuza se descubre. Sin embargo, no hay problema; los genios del marketing, ya encontrar algo más. ¿Acaso se irán al quinquenio o al decenio?
En esto de la promoción de los gobiernos, el discurso oficial ha optado por las comparaciones sin fundamento; pretender igualar las condiciones económicas de 2006 a 2009 con las de 2012 a 2015, es una ilusión por no decir algo ofensivo. En tratándose de comparaciones de indicadores económicos, el requisito fundamental a cumplir, para que las variables pudieren, efectivamente, ser comparables, sería que las condiciones económicas fueren también similares.
Durante el segundo trienio del presidente Calderón, una vez que lo peor de la recesión había dado lugar a cierta normalidad, el crecimiento del PIB fue de 5.1, 4.0 y 4.0% para los años de 2010 a 2012. El crecimiento promedio anual, fue de 4.4%.
Ahora bien, de acuerdo con los pronósticos elaborados para la economía mexicana durante el segundo trienio del actual gobierno, el crecimiento promedio del PIB para ese periodo será, muy posiblemente, del orden de 2.5%; esto, a pesar de las condiciones favorables de la economía de Estados Unidos.
Pregunto entonces, ¿los que hoy se solazan armando comparaciones sin sustento alguno, salvo la búsqueda de popularidad, se atreverán a mediados del año 2018, a comparar las cifras que di arriba? Por supuesto que no lo harán pero, quien sí lo hará será la oposición; ésta exhibirá lo que hoy vemos y sufrimos: la peor conducción económica que hayamos visto en muchos años.
¿Acaso los gobiernos serios proceden a promoverse como aquí? ¿Por qué no aprendemos de ellos, para entender y aceptar, que un gobierno que gobierna bien no necesita promoverse, y menos cómo lo hacemos nosotros?
¿Imagina usted a Merkel o Cameron, hacer lo que aquí? ¿Nuestros modelos son Maduro, Morales y Ortega, y lo que queda de los ancianos Castro? Todo así lo deja ver.











