El lunes pasado, con motivo de la presentación de los primeros resultados de la evaluación magisterial –que es el propósito central de la Reforma Educativa–, los mexicanos tuvimos la oportunidad de saber que hay varios tipos de profesores, no uno solo.
Por un lado, volvimos a ver, por desgracia, a aquellos que, desde hace al menos 30 años, han recurrido a las movilizaciones para engrosar sus privilegios, en deterioro de la educación que reciben sus alumnos en el salón de clase.
En Oaxaca, miembros de la Sección 22 del SNTE –que controla la CNTE– recurrieron a lo de siempre: quemar llantas, bloquear caminos, afectar a terceros.
La diferencia de estas movilizaciones es que no eran ofensivas, para torcer el brazo de las autoridades y sacarles más dinero y prerrogativas, sino claramente defensivas: para que no se les aplique la ley por atentar contra el patrimonio del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca.
Ésa pudo haber sido la nota del día: miembros de la CNTE, pataleando por mantener su estilo de vida, dejando a miles de estudiantes sin clase. O la cara del líder de la 22, Rubén Núñez, amenazando con escalar el enfrentamiento en caso de que el gobierno no le ofrezca otra mesa de negociación.
Sin embargo, yo decidí que para mí la noticia del día en materia educativa sería otra. Y preferí destacar en Titulares de la Noche de Excélsior Televisión la historia de los ocho mil 153 maestros que lograron una calificación sobresaliente en la evaluación.
Uno de los mejores del país, el profesor Javier Rodríguez Ledezma, me hizo el favor de asistir al programa para relatar su historia de 22 años dando clases en una escuela secundaria técnica.
—¿Estuvo difícil el examen? –le pregunté al también ingeniero químico por la UNAM–.
—Pienso que no. Con una buena preparación, todos pueden aspirar a una calificación de excelencia.
—¿Qué piensa de este proceso de evaluación? ¿Ha valido la pena?
—Siento que vale la pena, que es una gran oportunidad para todos. No deben tener miedo, deben atreverse. Finalmente lo que se evalúa es su trabajo diario, su quehacer en el aula, y la razón de ser de nuestro trabajo, que es la infancia. Valen mucho la pena.
—Profesor, ¿siente que se esté poniendo en riesgo el empleo de los profesores por la Reforma Educativa?
—No, definitivamente, el ejercicio es relativamente sencillo. Está vinculado por completo con el trabajo docente, del aula, del día a día. Está basado en la experiencia laboral y considero que todo docente que se involucra en el trabajo, en el proceso de enseñanza-aprendizaje, tiene las condiciones y la oportunidad de tener un buen desempeño en el examen como el que se presentó en noviembre.
—¿Usted cómo se prepara?
—Es muy importante que el maestro tenga dominio de la asignatura, por ejemplo, los maestros de educación secundaria, que somos especialistas en un área, como yo lo soy en ciencias. Pero también es muy importante el conocimiento de la didáctica, de elementos pedagógicos, de la comunidad, de los alumnos en particular. Esto va a permitir a uno planear el trabajo de manera provechosa.
En realidad, no hay ciencia en lo que dice este maestro que da clases de lunes a viernes a unos 300 alumnos, divididos en seis grupos.
Espanta lo que ha revelado la Reforma Educativa. No me refiero a las prácticas rijosas de los de siempre sino a la mayoría silenciosa de profesores que no tiene la preparación para dar clases. No olvidemos que más de la mitad de los evaluados reprobaron el examen o pasaron de panzazo.
La SEP tiene varios retos en los meses por venir. No creo que el principal sea despedir a quienes se negaron a presentar el examen sino lograr que la mitad de los maestros se ponga a la altura de los demás y, en ese sentido, a la altura de la necesidad de sus alumnos.
Fueron demasiados años de malas prácticas, de usos y costumbres corporativos, que hundieron la educación mexicana, pese a una fuerte inversión.
Ahora hay que enderezar el rumbo. Lo bueno es que hay profes como Javier Rodríguez Ledezma que ayudan a mostrar el camino.












