Multa ineficaz vs. la prepotencia e impunidad

En la Ciudad de México, la jefa delegacional en Miguel Hidalgo (equivalente a un presidente municipal) acordó con uno de sus principales colaboradores una propuesta novedosa para exhibir públicamente en las redes sociales a quienes violan las normas de convivencia ciudadana en dicho territorio.

Hace unos días, utilizando el método referido se exhibió que personal de seguridad privada estacionaba sus camionetas en lugares prohibidos y bajo el argumento de que ya habían pagado la multa por ello, los también llamados guaruras persistían en su conducta de no mover las camionetas, e incluso, llamaron al propietario de las camionetas para que insultara al servidor público y eludir la obligación que tiene todo ciudadano de cumplir las normas.

La finalidad de la multa no sólo es que se sancione una conducta antisocial, sino que se modifique tal forma de comportarse. Sin embargo, las multas no están cumpliendo su función.

Por otro lado, las conductas descritas en la Ley de Justicia Cívica o en las normas de tránsito podrían parecer absolutamente insignificantes frente a los robos, fraudes, homicidios, violaciones, secuestros o extorsiones que padecemos en nuestro país; sin embargo, forman parte de las conductas ilícitas que padecemos los ciudadanos y que, en gran medida, contribuyen a la gran cultura de la ilegalidad, inseguridad e impunidad que padece el país.

Entre tales conductas se encuentra ingerir bebidas embriagantes o hacer las necesidades fisiológicas en la vía pública, obstruir las vialidades, estacionarse en segunda fila, entre otras. ¿Cuántas veces no hemos tenido noticia de las ofensas o molestia que causan este tipo de conductas a las demás personas o que se realizan con motivo de ellas? Y la autoridad, en caso de que llegue a intervenir, pareciera que sólo puede imponer una multa.

La educación que se brindaba en los hogares nos enseñaba las conductas que no deberíamos hacer so pena de la condena social que comenzaba con la propia familia. Con el paso del tiempo, algunas de esas enseñanzas y valores se han ido perdiendo, sin embargo, ahora esa condena social también se lleva a cabo a través de las redes sociales, y sin esta herramienta es muy probable que jamás hubiéramos conocido muchas conductas que en su momento rechazamos y condenamos socialmente.

Esta situación poco a poco va demostrando que estamos expuestos a la exhibición ante nuestras propias conductas no sólo ilícitas, sino contrarias a las más elementales normas de convivencia social y de la dignidad humana.

La población ha venido utilizando las redes sociales para defenderse y, desafortunadamente, en algunos casos para ofender —como el maltrato escolar— exhibiendo las conductas y a las personas. Es probable que hasta cierto punto el uso de esa tecnología esté modificando la conducta de muchas personas.

Ante la debilidad institucional del Estado, hay quienes con ingenio proponen y utilizan tales herramientas de la tecnología para tratar de ordenar la vía pública, como ha sido el caso de la exhibición en las redes sociales en la demarcación Miguel Hidalgo. En este sentido, considero que debemos establecer límites legales a la autoridad del Estado, pero no cancelar la posibilidad de su uso en la protección de la sociedad.

Se deben regular las condiciones en que las autoridades puedan exhibir a quienes violen ciertas disposiciones o lugares que la sociedad considere que deba protegerse en forma especial mediante las nuevas herramientas tecnológicas y no sólo a través de una multa ineficaz.

El debate al respecto no debe sobredimensionarse ni desviar la atención de otros problemas que tienen una afectación mucho mayor como es la corrupción e impunidad que obliga al uso de esta nueva tecnología.

Twitter: @asalinastorre